Cada mañana se levanta y prepara el desayuno para dos. Sin descuidar ningún detalle, minuciosamente, lo acomoda sobre una gran bandeja y lo transporta hasta la cama. Repite la rutina como una enamorada mujer que, en cada despertar, quiere homenajear a su hombre. Wanda Nara (21) no es la misma rubia desprejuiciada que –menos de un año atrás- hacía reír a Marcelo Tinelli con sus ocurrencias sobre el hielo de la pista de ``Patinando por un sueño``. Por las ventanas del gran piso que habita en pleno corazón de Moscú, claramente se distinguen las brillantes cúpulas de la Catedral San Basilio. Allí se instaló cuando decidió dejar todo y correr a los brazos de su gran amor: el jugador de fútbol Maximiliano Gastón López (24), que fue comprado por el Club FC de Moscú. Su vida cambió radicalmente. Hoy vive en el barrio kitay-górod, uno de los más famosos de la capital rusa. A sólo unos pasos de la Plaza Roja (que con sus 695 metros de longitud y sus 130 de largo, divide el Kremlin). Pero sus preocupaciones en la actualidad pasan por saber a qué hora regresa ``Maxi´´ del entrenamiento para esperarlo con la comida preparada. ¨
´Me encanta cocinarle a Maxi, porque él, pudiendo comer en el club con sus compañeros, deja todo para venir a almorzar conmigo. Trato de hacer comidas argentinas, como milanesas, aunque los cortes de carnes son muy diferentes a los nuestros y no consigo pan rallado. En general, intento cocinar todo muy sano y tener siempre la heladera llena de frutas y verduras. Pero se me complica bastante salir a hacer las compras. Tengo que andar siempre con mi traductora al lado. Porque si no, no entiendo nada. Los productos son totalmente diferentes a los de la Argentina. Y, lo que más loca me vuelve, es que en esta ciudad, hasta para ir al supermercado, las mujeres se producen de pies a cabezas. Van con ropa de marca, con tacos y maquillaje desde las 8 de la mañana. Nada de jeans ni zapatillas. Yo tuve que abandonar ese look mío, por que las primeras veces pensaban que mi empleada era la señora y yo la asistente´´, cuenta Wanda con una atrapante mezcla de humor e inocencia. Como para no extrañar, pasa largas horas del día frente a su computadora –con camarita para poder verse con sus seres queridos-, supervisando los últimos detalles de lo que será la concreción del sueño que la unió a “Maxi”: una romántica boda al mejor estilo de la historia de amor de Romeo y Julieta. ¨Sì, toda nuestra historia es muy mágica y súper romántica. Mi vida cambió por completo desde que me enamoré de Maxi. Fue un flechazo fulminante pero yo caí recién cuando regresé de visitarlo y al llegar a Buenos Aires me propusieron más trabajo del que ya tenía. Entonces dije NO. No puedo mantener una relación a la distancia. Ninguno de los dos podía hacerlo. Llorábamos cada vez que hablábamos por teléfono. Los dos sabíamos perfectamente lo que queríamos y que nos íbamos a casar desde el momento en el que nos conocimos¨, dice Wanda con una seguridad que no da lugar a la duda.–¿No se siente arrepentida en algún momento por haber abandonado todo?–No, jamás. Yo me saqué bien las ganas de hacer todo lo que quise, a pesar de mi corta edad. Y hoy, no sé si volvería a hacer las cosas que me acuerdo que hice. Por ejemplo, no volvería a mostrar el cuerpo. Además, no extraño nada de eso. Ni siquiera la televisión. Creo que me agoté por el hecho de hacer en tan poquitos años todo lo que hice. Pienso que, de comenzar ahora mi carrera, haría las cosas muy diferentes.
–Y hoy ¿qué hace por su carrera?
–Estoy en una agencia de celebrities española y ahora hice una campaña para un perfume, aquí en Moscú. Porque están fascinados, ya que aquí no hay muchas latinas y a ellos les gusta la pasión que ponemos en las fotos. También voy a comenzar a estudiar danzas, porque acá hay muy buenos profesores. Además, voy al gimnasio todos los días y a natación. Aunque para mantenerme, con los detalles de toda la boda, me alcanza y me sobra. ¡Si ya bajé 4 kilos con los preparativos!
–¿Cómo hizo para organizar una súper boda a la distancia?
–Fue muy difícil para los dos. Porque todo lo hicimos con Maxi. Primero contratamos una wedding planer, Sofía Carabaza y con ella nos comunicamos permanentemente por la compu. El Civil se va a realizar el día 23 y la Iglesia, el 31. Con Maxi pensamos en todo. Por eso ya antes de venirnos hicimos el curso prematrimonial (ya que los dos somos muy creyentes y no queríamos dejar de cumplir con ningún requerimiento). Como buenos católicos, supervisamos cada detalle para no perdernos nada. Primero iba a ser algo íntimo, sólo con un té. Después pensamos que una boda es algo que se vive una sola vez en la vida y cambiamos todos los planes. Y diseñamos las participaciones y las mandamos a hacer en un dorado opaco.
–¿Dónde será la ceremonia religiosa y la gran fiesta?
–Nosotros llegaremos dos semanas antes, con el tiempo justo para ver que todo esté OK. La Iglesia Santa Elena será íntegramente cubierta de flores y tendremos una ceremonia, presidida por el padre Pintos, cumpliendo con todos los ritos católicos. Como Dios manda. Dándole la importancia que el hecho merece. Nos iremos en un auto antiguo que es divino. Luego habrá una fiesta para 200 invitados en el Hotel Alvear.
–¿Uds. también se encargaron de supervisar el catering?
–Por supuesto y pedimos al Alvear que nos prepare algo diferente a lo acostumbrado para una boda. No queremos que la gente se canse de estar sentada pero tampoco que no la dejen comer tranquila, como sucede en todas las bodas. Todo el menú, son cosas que a nosotros nos gustan y que, suponemos a nuestros seres queridos y amigos, también los fascinará. Además, es muy gracioso, pero a la hora de elegir la torta, la preferida mía y de Maxi, es la chocotorta y la pedimos. Va a ser gigante y creímos que puede resultar un toque de informalidad, de juventud, casi de chicos, como somos nosotros. Obviamente, va a tener un montón de cintitas con sorpresas para las chicas solteras.
–¿Tienen preparadas algunas sorpresas durante la velada?
–Sí, varias. Aunque los dos queremos una fiesta de bodas bien tradicional. Con alegría, buena comida y mucha diversión para todos. La fiesta va a ser temática, al mejor estilo de Romeo y Julieta. El salón va a estar todo ambientado como un castillo y va a circular gente vestida con trajes de época, muy románticos. El DJ va a ser Sarapura y van a tocar cuatro bandas de música, una es sorpresa porque nos la regalan. Obviamente, vamos a tener un cotillón y unos souvenirs totalmente sorprendentes.
–Con lo organizados que son ¿ya tienen los trajes de novios?
–Por supuesto. Hace dos meses Maxi se compró en Madrid sus dos trajes, para el Civil y para la Iglesia. Fuimos a la casa Brioni, una sastrería italiana famosa por vestir a la realeza, a hombres de negocios, a presidentes y a estrellas. Allí hay trajes desde 3 mil hasta 6 mil Euros. Son los trajes más caros del mundo. Yo, desde largo tiempo, encargué mis vestidos a Claudio Cosano. Voy a ser una princesa. No es un traje ostentoso, ni sexy. Sí muy seductor. Con un corsette que va a delinear mi cuerpo y el brillo de bordados con cristales Swarovski. Confié ciegamente en los consejos de mi diseñador. Voy a tener otro vestido, más corto, para cambiarme y poder bailar más cómoda. El maquillaje será muy suave y lo dejo en manos de un experto como Mauricio Catarain. Con respecto al pelo, todavía no nos pusimos de acuerdo. Porque yo lo quiero llevar suelto y me dicen que, por ahí, quedaría mejor con un recogido.
–Y las alianzas ¿cómo son?
–Los anillos también los compramos cuando viajamos a Madrid. Son dos alianzas de oro, bastante tradicionales. Ya algo original hicimos cuando nos comprometimos. Para nuestro compromiso nos tatuamos nuestras iniciales entrelazadas en las muñecas, justo sobre la vena. Fue terrible, porque Maxi se la bancó bien pero yo no aguanté. Era tanto el dolor que sentía, que lloré y me desmayé. Por eso mi tatoo es más chiquito que el de él.
–¿Como cualquier boda tradicional, hicieron su lista de regalos?
–Por supuesto. Nosotros no nos queríamos perder nada de los ritos de una pareja de novios normal. Por eso hicimos nuestra lista de regalos en la casa Falabella. La idea es que allí existen diferentes posibilidades para todos los invitados. Tuvimos en cuenta que hay quienes tienen mucho dinero y otros no tanto. Por eso allí encuentran opciones para todos los presupuestos. Nuestra idea es con todos los regalos que nos hagan, poder equipar la casa de Buenos Aires.
–Para la noche de bodas y la luna de miel ¿qué planes tienen?
–Esa noche, después de la gran fiesta, ya arreglamos para quedarnos en el hotel Alvear. Pensamos que vamos a estar tan cansados, que no vamos a tener fuerzas para movernos a ningún otro lugar. Y la luna de miel es una increíble sorpresa que me acaba de dar Maxi. Porque él no tenía días libres en el club, así es que nos volvíamos directo a Moscú. Pero consiguió un permiso y se apareció con pasajes para disfrutar de cinco días en Mónaco y Saint Tropez. Yo estoy refeliz. No lo puedo creer.
–¿Va a tener una boda digna de una princesa de cuentos de hadas?
–Con Maxi vamos a tener la boda que soñamos desde el momento en el que nos conocimos. Nuestra historia es tan romántica que no existe en ninguna novela. El sí parece un príncipe de cuento y yo cumplo mi sueño de princesita.
–Acaban de adquirir un automóvil que sólo unos pocos tienen en el mundo, que es una edición limitada y que se encarga por catálogo (una coupé Mercedes Benz SLR McLaren, con diseño inspirado en la F1, que supera los 300 Km. por hora), ¿fue un regalo de bodas anticipado?
–No. Yo a Maxi no le pido nada más. No quiero cosas materiales. De tener que hacerme un regalo, prefiero que me escriba una carta romántica. Lo del auto se dio porque a los dos nos fascinan los fierros y la velocidad. Lo encargamos en negro y es alucinante. ¡Tiene sólo dos puertas y se abren hacia arriba! ¡Es un chiche! A nosotros no nos importaban tanto las cosas como ropa, joyas… Aunque a muchos les cueste creer, somos más simples. Por ejemplo, nuestro próximo sueño es tan terrenal, que tenemos el proyecto de crear un Hogar para chicos de la calle. Ya tenemos dos locaciones para ir a ver, en San Isidro, y comenzar, lo antes posible con la construcción.
–Pero están lookeados como dos personajes del jet-set europeo ¿ahora se les contagió la debilidad por la ropa?
–Aquí, en Moscú, es increíble ver cómo las mujeres y los hombres le dan tanta bolilla a la imagen. Se visten muy bien y siempre están pendientes de las marcas, usan las mejores, las más caras. Nadie va con un jean por la calle. Se levantan una hora antes para producirse y salir a la calle impecables. Te cruzás con mujeres despampanantes, con vestidos de alta costura a las tres de la tarde. Maquilladas, con tacos altísimos. Las moscovitas aman el glamour. A tal punto, que te encontrás con chicas con celulares con diamantes. Por eso ahora me estoy dedicando también a la moda. Por ejemplo, con Maxi fuimos a todos los desfiles de La Semana de la Moda que se realizaron en Moscú. Y yo soy la encargada de armarle los conjuntos para que él se vea como un príncipe. Sin lugar a dudas, Wanda Nara también logró su último objetivo. Ya que cuando la pareja camina por la calle, su paso no resulta inadvertido. Juntos captan todas las miradas de mujeres y hombres moscovitas. Y las revistas rusas ya los muestran en sus portadas como los más fashion, que marcan tendencia en la moda. Maxi ahora se viste con sacos y pantalones de Gucci, y Wanda suele inclinarse por vestidos de Armani o de Valentino, y zapatos, carteras y accesorios de Gucci o Louis Vuitton.
Fuente: Revista Caras